Por Karen Moe
Traducción de español por Habacuc Morales
Carey Mulligan interpreta a 'Cassandra' en PROMISING YOUNG WOMAN, del director Emerald Fennell, un lanzamiento de Focus Features. Crédito: Cortesía de Focus Features.
Onomatopeyicamente, “revenge” es una palabra desagradable. Con su “gRRR” inicial, su viciosa “V” y su justa final, “revenge” [1] no es fonéticamente algo muy agradable. Sin embargo, en la realidad de la cultura de la violación, el sonido de la palabra y la justificación del acto no están sincronizados.
Y tampoco lo son las razones de por qué no tomar venganza cuando uno está vengando una violación.
“No lo hagas”, se proclama en las listas de autoayuda en línea para disuadir a los vengativos.
"¿Por qué?" Replica la víctima y sobreviviente.
"Déjalo ir."
“¿Cómo podría y por qué debería hacerlo cuando fui brutalizado y mi vida cambió para siempre y él sin duda hará lo que me hizo a otras?”.
"No es saludable."
“Oh, ¿y ser abusado sexualmente lo fue?”
"No seas tan malo como él".
"No es para tanto. Yo no voy por la vida violando gente”.
“Dos errores no hacen un acierto”.
"Mi venganza no es unerror".
“Podría hacerte sentir peor”.
“Nope." [2]
“Estás perdiendo un tiempo precioso”.
“No hay mejor manera de pasar mi tiempo que luchar para poner fin a la realidad de que una mujer es violada cada 17 minutos en Canadá, una mujer cada 2 minutos en los EE. UU. y una mujer cada 18 segundos en México, y se estima que un 50% de estas violaciones no son denunciadas.[3]
“Podrías quedar atrapado en un bucle de venganza sin fin”.
“Eso es mucho mejor que un bucle de violación constante”.
“Karma”.
“¿En serio? No es muy conveniente confiar en la basura new-age del karma”.
“Él ya tendrá su merecido en algún momento”.
“No es muy probable cuando no ha recibido su merecido desde el comienzo de la propiedad privada y el correspondiente inicio del patriarcado y las mujeres, con su capacidad de procrear, se convirtieron en las primeras esclavas/propiedad privada y la violación se convirtió en un acto de disciplina.”
Sin embargo, felizmente, debido a la venganza por violación, tanto en la vida real como en el cine, está comenzando a tener su merecido desde el principio. En la cultura popular, la venganza por violación ahora es algo de lo que se habla abiertamente, ha tocado lo mainstream y, no solo está justificada, también es celebrada. A esta sobreviviente festiva le gustaría pensar que es un comienzo.
En 2019, Chanel Miller, quien fue abusada sexualmente mientras estaba inconsciente, publicó Know My Name. En su libro, Miller se enfoca principalmente en lo que sucedió durante su juicio. el tedio. Su satanización por la prensa. Las horas de espera en lo que ella llama “el closet de las víctimas” antes de que finalmente la llamen al estrado; la espera durante años para que el juicio siquiera comenzara; el juicio se detenía y luego comenzaba de nuevo cuando ella pensaba que ya había terminado—su vida estuvo en suspenso durante cuatro años. Ella cuenta la historia de cómo culpar a la víctima le cercó su vida. Ella cuenta la historia del trauma adicional que se le infligió cuando Brock Turner, el hombre que la había agredido y estaba en el proceso de violarla por completo si no lo hubieran detenido, es retratado como una víctima incluso más de lo que ella lo era—las dificultades que sufrió cuando perdió la impunidad del privilegio de un hombre blanco en el patriarcado de supremacía blanca es declarado más importante que ella perdiendo su capacidad de poder vivir nunca más, en sus palabras, “sin vigilancia”. Para Miller, es el hecho de que no puede recordar la agresión sexual, que su cuerpo haya sido violado cuando no podía si quiera defenderse es lo que más la atormenta y persigue.
Pero, hay un final feliz en la historia de Miller. Como la mía, como víctima/sobreviviente que cosechó venganza por violación,[4] el final más feliz que puede tener un cuento terrible. Al final, en Know My Name, la víctima gana. Esto es porque fuera de la sala del tribunal, el público, nuestra cultura, la escucha. Al final. Le creemos. En los miles de correos electrónicos y cartas que recibió Miller después de que su declaración de víctima se volviera viral—con la histórica línea de apertura de “no me conoces, pero has estado dentro de mí”—la gente le cree porque siente empatía por ella. Muchos también han sido víctimas y, en lugar de avergonzarse y culparse hasta el punto de culparse a sí mismos, ahora no sólo hablamos de eso: estamos furiosas por eso.
Fotograma original de I Spit On Your Grave, 1978, escrita y dirigido por Mier Zarchi. [5]
La películade Emerald Fennell de 2020 que trata de una venganza por violación, Promising Young Woman, también cuenta la historia de una mujer que fue abusada sexualmente mientras estaba inconsciente. Y, como es horriblemente común en una cultura enferma donde el trauma se considera un blanco fácil para la explotación, el abuso fue filmado y luego compartido con los compañeros de clase; la violación del cuerpo de una mujer es objeto de burla, incluso por parte de otras mujeres.
En el patriarcado, la violación es un acto de disciplina sin importar raza o clase. En palabras de Mikki Kendall: “la violación se ha utilizado para reprimir, socavar y controlar”. Sin embargo, en términos de la raza de los violadores, Kendall también informa que: “estadísticamente hablando, los hombres blancos son los más propensos de todos los grupos de hombres a cometer agresiones sexuales”. [6] Manteniendo el poder excita a los privilegiados. Como dice Toni Morrison: “Si sólo puedes ser alto porque alguien más está de rodillas, entonces tienes un problema muy serio. Y los blancos tienen un problema muy serio”. En el siglo XXI, el sexismo y el racismo sistémicos ahora están a la vista de todos; nuestra cultura está comenzando a reconocer esta verdad. La jerarquía, con hombres blancos privilegiados en la cima, está comenzando a derrumbarse. Despacio.
Carey Mulligan interpreta a 'Cassandra' en PROMISING YOUNG WOMAN, del director Emerald Fennell, un lanzamiento de Focus Features. Crédito: Cortesía de Focus Features.
No voy a spoilear Promising Young Woman en el caso de aún no haberla visto (y recomiendo encarecidamente verla). Pero digamos que la película narra cuán común es que los hombres, e incluso los hombres de color, agredan sexualmente a mujeres en estado de ebriedad. En lugar de señalar con el dedo a las mujeres y cómo es su responsabilidad cambiar su comportamiento para poner fin a la epidemia de agresión sexual, la película retrata a los violadores como bufones, letales, sin corazón, pero bufones al fin y al cabo. Fennell muestra cómo la violación no es un problema cultural causado por el consumo excesivo de alcohol por parte de las mujeres (como afirman los defensores de los derechos masculinos[7] y las feministas mainstream que no son feministas si participan en revictimizar a otras mujeres[8]). La violación es causada por la violación en sí misma y no por ninguna otra razón. Claro, es una buena idea no beber hasta perder el conocimiento—cosa que también hacen los jóvenes—pero ¿por qué es responsabilidad de la mujer no ser violada? ¿Qué pasa con los violadores? ¿No están involucrados? ¿La violación no tiene nada que ver con el crimen que está cometiendo el joven—que (pobre patético hombrecito) aparentemente está tan torturado por la testosterona que no puede evitarlo?
Carey Mulligan interpreta a 'Cassandra' en PROMISING YOUNG WOMAN, del director Emerald Fennell, un lanzamiento de Focus Features. Crédito: Cortesía de Focus Features.
Al comienzo de Promising Young Woman, el personaje principal, Cassie, interpretada por Carrie Mulligan, regresa a casa a zancadas después de otra noche loca de haberse vengado de violadores. Ella está devorando un hot dog; la catsup resbala sugestivamente por su antebrazo. Yo era feliz. Sí, lo admito. Pensé: “¡Oh, esta va a ser una película feliz! Al igual que la histórica película de culto de venganza por violación de 1978, I Spit on Your Grave, ¡se blandirá una venganza absoluta! Como víctima, mi mente simplemente va allí: violencia contra los violadores. Violencia contra el tipo de hombres que impusieron su violencia en mi cuerpo y mi psique. No se preocupen. Yo no mataría a nadie. A sangre fría al menos. Pero ciertamente pelearía si un hombre intentara violarme otra vez. Quién sabe lo que pasa cuando luchas por tu vida. Afrontémoslo: no hay garantía de que serás violada por un violador que no te va a matar literalmente.
Haga clic aquí para ver la épica escena final de Thelma y Louise 1991.
En Promising Young Woman, no se derrama sangre—al menos por parte del violador. Me decepcionó un poco esto, pero lo superé porque al final se tiene venganza. A diferencia del final de Thelma y Louise de 1991—lo que puede describirse como una venganza por violación leve—donde la única forma en que las dos heroínas pueden escapar de una explotación sexual mayor y garantizar la culpa de la víctima es literalmente tirarse por un precipicio, un legado dejado por la resistencia de Cassie. Como en Know My Name, la vida del violador es destruida. Como dice el violador blanco privilegiado de Miller: “Simplemente existí en una realidad en la que nada puede salir mal o nadie podría pensar que lo que estaba haciendo estaba mal".[9] Tanto Brock Turner de la vida de Miller como Al Monroe en la película de Fennell no se les permitió tener sus futuros patriarcales de cuento de hadas culturalmente titulados. La impunidad engreída de aquellos que han holgazaneado impenetrablemente en la parte superior de la jerarquía que está siendo desmantelada.
El Miller de la vida real y la Cassie ficticia son ejemplos de progreso. Progreso irónico, un tanto paradójico, donde el progreso se basa en triunfar sobre las agresiones sexuales. Pero progreso al fin y al cabo. En la cultura de la violación, un término que ahora es parte de la cotidianidad, los modelos a seguir son mujeres que no han permitido que su cultura se salga con la suya con la violación de sus cuerpos. Miller y Cassie son mujeres que han aprendido (desafortunadamente de la manera más difícil) a hacer frente a una cultura de hombres—especialmente de hombres blancos acomodados. Cassie y Miller son guerreras de nuestra cultura porque supieron reconocer la guerra. Las víctimas finalmente están siendo escuchadas; por fin se les cree. Como se lamenta uno de los posibles violadores en Promising Young Woman: “¿Por qué tienen que arruinarlo todo, chicos?” Porque, por divertido que sea, sería genial si ya no hubiera necesidad de venganzas por violaciones.
Carey Mulligan interpreta a 'Cassandra' en PROMISING YOUNG WOMAN, del director Emerald Fennell, un lanzamiento de Focus Features. Crédito: Cortesía de Focus Features.
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Este ensayo es una adaptación de un extracto de Victim: A Feminist Manifesto from a Fierce Survivor de Karen Moe. Editorial Vigilance, 2022.
Notas:
[1] He retenido la palabra de inglés ‘revenge’ para que con el fin de mantener el juego de las palabras que no son traducibles (Karen Moe).
[2] Estoy usando ‘nope’ aqui como la manera cien por ciento desdeñoso, el más uso común de esta expresión.
[3] Véase http://www.assaultcare.ca; Valenti, Jessica “Por qué necesitamos seguir hablando de la “cultura de la violación”. The Washington Post. 28 de marzo de 2014 http://www.washingtonpost.com/opinions/why-we-need-to-kee p-talking-about-rape-culture/2014/03/28/58acfec4-b5bf-11e3-8cb6284052554d74_story.html ; http://www.mujeresenred.net/spip. php?artículo13
[4] Léase Victim: A Feminist Manifesto from a Fierce Survivor para averiguar cómo.
[5] Haga clic aquí para ver el tráiler del clásico original de venganza por violación, I Spit on Your Grave 1978
[6] Kendall, Mikki. Feminismo de barrio: apuntes de las mujeres que un movimiento olvidó. Nueva York: Penguin Books, 2020: 59; 57.
[7] La activista por los derechos de los hombres y antifeminista Jordan Peterson habla sobre la ambigüedad del consentimiento y dice que las mujeres pueden acusar a un hombre de violación cuando ostensiblemente dieron su consentimiento para una aventura de una noche y, como dice Peterson, “se arrepintieron a la siguiente mañana”. Esto es posible y sería una acción maliciosa por parte de la mujer, pero sirve para deslegitimar las acusaciones literales y las experiencias de violación. Peterson habla de que el 50% de los delitos de violación y asesinato se cometen bajo la influencia del alcohol y pide una nueva prohibición, especialmente en los campus universitarios (lo cual es poco realista porque los jóvenes encontrarían la manera de acceder al alcohol como sucedió con los bares clandestinos y el contrabando durante la prohibición de los “locos” años 20). Yo preguntaría: ¿qué pasa con el 50% restante? Y añade que con alcohol o sin alcohol, los hombres necesitan aprender a tener empatía y a controlarse. Punto. https://www.youtube.com/watch?v=O8jgdR5k_9Q; Jordan Peterson y Camille Paglia sobre acusaciones de agresión sexual 6 de octubre de 2017. (https://www.youtube.com/watch?v= mPQ0xsjBzeI)
[8] Véase White Feminism: From the Suffragettes to the Influencers and Who They Leave Behind de Koa Beck, donde describe el fenómeno de las feministas “blancas” que a menudo no son literalmente blancas (caucásicas) y, debido a que aspiran a tener lo que los hombres tienen en el patriarcado, participan en la culpabilización de las víctimas, no son feministas en absoluto. El feminismo se trata de erradicar la jerarquía patriarcal. Aspirar a alcanzar sus cumbres por la necesidad del abuso de poder no es, obviamente, feminismo.
[9] Miller, Chanel Know My Name. New York: Penguin Random House, 2019; 2020: 282.
Sobre el escritor:
Karen Moe es escritora, crítica de arte, artista visual y de performance y activista feminista. Es licenciada en Literatura Inglesa y Teoría Feminista. Su trabajo se centra en la violencia sistémica en el patriarcado: ya sea de género, raza, medio ambiente o especismo. Karen ha exhibido y actuado en todo Canadá, Estados Unidos y México. Los escritos críticos de Karen han sido publicados en revistas y antologías en Canadá, Estados Unidos, México y Cuba. Recibió el “Premio Ellie Liston al Héroe del Año 2022” del Fiscal de Distrito de Ventura por ser fundamental en la cadena perpetua que se le dio al violador en serie que la secuestró y maltrató a ella y a muchas otras mujeres. Vive en Columbia Británica, Canadá y en la Ciudad de México. Victim: A Feminist Manifesto from a Fierce Survivor es su libro debut.
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